Santo Domingo, RD.- A inicios de año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó, en su informe “Los 13 desafíos de la salud mundial en esta década”, la importancia de modernizar los sistemas de salud, a través de la aplicación de nuevas tecnologías, un proceso que, ciertamente, se ha vuelto una realidad desde la aparición de la pandemia por la COVID-19.
Ante dichas recomendaciones, la República Dominicana ha ido asumiendo la digitalización de los mecanismos relacionados al abastecimiento de medicamentos y la atención a los pacientes.
A modo de ejemplo, se puede citar la implementación de soluciones virtuales como la plataforma digital para la obtención de los registros sanitarios, un sistema que ha mantenido el dinamismo de la actividad farmacéutica en el país bajo el contexto de la pandemia.
En ese sentido, también es importante destacar los servicios de telemedicina y la validación de las prescripciones de medicamentos en formato digital, que, aunque todavía están en fase inicial de desarrollo, han formado parte de las medidas para proteger a los dominicanos frente a los desafíos de salud que presenta la COVID-19.
“Claramente, estos avances significan una evolución para nuestro sector salud; sin embargo, todavía nos queda mucho por recorrer. Por tal motivo, es importante ir integrando tecnologías disruptivas que aporten valor a la oferta del sector salud y a la industria farmacéutica dominicana”, señaló Juan Miguel Madera, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Representantes, Agentes y Productores Farmacéuticos, Inc. (Arapf).
Dicho esto, Arapf plantea la necesidad de que, tanto el sector público como privado, den prioridad a la implementación de soluciones tecnológicas e innovadoras reguladas que beneficien a la salud de los dominicanos y al desarrollo del sector farmacéutico local.
En ese tenor, proponen considerar la aplicación de los siguientes aspectos para continuar avanzando hacia la transformación digital en el país:
-Fortalecer los aspectos regulatorios: Establecer parámetros regulatorios que permitan una práctica eficiente de las nuevas tecnologías, con el propósito de vigilar que su aplicación contribuya a la actualización de la industria farmacéutica local y al correcto abastecimiento de los medicamentos.
-Sumarnos al uso de la inteligencia artificial (IA): Esta tecnología ha sido fundamental en el análisis, control y pronóstico de la evolución de la COVID-19, lo que ha permitido hacerle frente al virus de manera más eficiente. Además, la IA es una herramienta ideal para mejorar la automatización de los procesos aplicados a los servicios de salud como la telemedicina, y para el desarrollo y ensayos de nuevos fármacos.
-Implementación de la inteligencia de datos: Este sistema es clave para identificar a tiempo cómo hacer frente a las necesidades del consumidor. Esto permite brindar recomendaciones de productos y soluciones oportunas que mejoren la calidad de vida de los dominicanos a través del correcto abastecimiento de medicamentos, sobre todo, en el contexto COVID-19.
“Sin dudas, la pandemia se ha convertido en una oportunidad para acelerar los procesos de transformación digital que ya teníamos en agenda. Un arduo trabajo que demanda de la unidad de las autoridades y el sector privado, para poner en marcha soluciones innovadoras y sostenibles que nos permitan responder a la crisis actual y los retos que se avecinan”, concluyó Madera.
Sobre Arapf.-
La Asociación de Representantes, Agentes y Productores Farmacéuticos, Inc. (Arapf) agrupa y representa a las empresas del sector, así como promueve la constante actualización y el mejoramiento de la actividad farmacéutica en la República Dominicana, colaborando con el desarrollo del país, especialmente en el ramo de la salud.
Desde hace más de cuatro décadas, aúna esfuerzos para luchar contra el comercio ilícito de medicamentos y trabaja junto a las autoridades dominicanas y sus asociados con el objetivo de para garantizar el bienestar de los dominicanos mediante un correcto abastecimiento de medicamentos.
Arapf promueve la libertad de empresa, la libre competencia, el respeto al derecho de patente y la práctica de la más elevada moralidad.
