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Tokio y Seúl esperan con ansiedad a Biden ante una Asia desafiante

Biden: "Respetar la voluntad del pueblo es parte esencial de nuestra democracia"

Japón, la tercera economía mundial, y Corea del Sur, la cuarta de Asia, son los más importantes aliados de Washington en Extremo Oriente

Tokio.- La llegada a la Casa Blanca de Joe Biden se espera con ansiedad en Japón y Corea del Sur, sus dos principales aliados en Asia, pendientes no sólo de conocer sus planes sobre el creciente empuje de China, sino también de saber qué hará con un dictador norcoreano que con su predecesor, Donald Trump, recibió elogios e indulgencia.

«Biden va a ser un socio de alianza más confiable», dice el historiador estadounidense y director de Estudios Asiáticos de la Universidad Temple de Japón, Jeff Kingston, al hacer un balance sobre lo que se espera del nuevo presidente de Estados Unidos.

«Hay cierta ansiedad sobre las políticas hacia Asia que tendrá la nueva Administración estadounidense», asegura, por su parte, el analista y profesor universitario Toshiro Nakayama.

Japón, la tercera economía mundial, y Corea del Sur, la cuarta de Asia, son los más importantes aliados de Washington en Extremo Oriente, algo clave tanto por la amenaza del programa nuclear norcoreano como por el creciente papel de China en la región y sus intentos por desplazar a Estados Unidos en la agenda mundial.

A Tokio le va a ser difícil llegar al mismo nivel de relación que ha mantenido en los últimos años con Washington, fundamentalmente porque los actores han cambiado: ya no está Trump y tampoco Shinzo Abe, el primer ministro nipón que renunció en septiembre pasado a su cargo por razones de salud.

EL IDILIO ENTRE ABE Y TRUMP

«Ningún otro primer ministro de Japón ha disfrutado de esa estrecha relación con su contraparte en Estados Unidos», sostuvo Nakayama, profesor de la Universidad de Keio, en una reciente reunión con corresponsales extranjeros.

El idilio entre ambos comenzó temprano: Abe fue el primer gobernante que se reunió con Trump, incluso antes de que llegara a la Casa Blanca, el 17 de noviembre de 2016, en Nueva York, cuando, como presidente electo de EE.UU. gestionaba la formación de su futuro gabinete.

Juntos compartieron reuniones, partidas de golf y hasta una final de sumo cuando el mandatario estadounidense visitó oficialmente Japón en mayo de 2019.

Esa relación, sin embargo, no evitó que Tokio, y también Seúl, se resintieran de dos de las líneas políticas de la Administración Trump: su hostilidad hacia China, el principal socio comercial de Japón y Corea del Sur, y su insistencia en reducir el coste de las bases militares que EE.UU. tiene en estos dos países.

Respecto a China, habrá que esperar a ver los primeros pasos de la Administración Biden para conocer cómo va a forjar la Casa Blanca esa relación con la segunda economía mundial.

Algunos, como el asesor en política internacional y seguridad de la Presidencia surcoreana, Moon Chung-in, creen que Biden «continuará las políticas duras con China, aunque con un tono más suave».

EL FUTURO DE LAS BASES DE EE.UU. EN JAPÓN

Sobre las bases, y en el caso de Japón, la Administración Trump ha dejado tareas pendientes, porque justo ahora se están renegociando las nuevas condiciones sobre los costes que cubre Tokio por los cerca de 55,000 efectivos que tiene Estados Unidos en suelo japonés.

Trump había ido avisando de que los países que albergan a sus tropas tienen que cubrir una factura mayor: a Japón le estaba pidiendo que cuadruplicara su aporte, hasta unos 8,000 millones de yenes (64 millones de euros o 77 millones de dólares).

De momento ya ha habido una primera ronda de negociaciones entre Washington y Tokio para renovar el acuerdo de cinco años que expirará en marzo de 2021, aunque algunas fuentes creen que, provisionalmente, ese pacto podría extenderse durante un año.

El sucesor de Abe, Yoshihide Suga, ha dejado claro que el continuismo marcará sus políticas, incluidas las de Asuntos Exteriores. Y aunque no haya cambios por la parte japonesa, los analistas sí creen que los habrá de parte de Washington.

«No creo que Biden vaya a ser tan agresivo» como Trump, asegura Kingston.

Pero esta negociación necesariamente tiene como fondo una respuesta de Washington y Tokio ante la creciente influencia de China.

«La alianza con EE.UU. es más importante que nunca para Japón porque deben enfrentarse preocupaciones de seguridad nacional ante una China en alza, al tiempo que tiene que terciar con las amenazas de Corea del Norte», aseguró recientemente el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Tokio Shin Kawashima en la revista The Diplomat.

¿QUÉ VA A PASAR CON COREA DEL NORTE?

Y si la posición de EE.UU. hacia China se considera como una de las prioridades de política exterior de la futura Administración Biden, en Extremo Oriente se espera con ansiedad ver qué va a pasar con el principal enemigo que tienen Japón y Corea del Sur: la dictadura norcoreana de Kim Jong-un.

Trump hizo algo insólito en la reciente política exterior estadounidense: tratar a Kim de igual a igual, soltarle algún que otro elogio y reunirse en tres ocasiones con él, cara a cara, siempre en terreno neutral (Singapur, Hanói y la frontera intercoreana).

Ese diálogo, que busca la desnuclearización de la península coreana, se ha produjo teniendo de fondo una tirante relación entre Tokio y Seúl por heridas derivadas del pasado colonial nipón en Corea del Sur, que enturbian los vínculos bilaterales.

«Uno de los principales desafíos que tiene EE.UU. en la región sigue siendo el de conseguir que Japón y Corea del Sur compartan el camino y aprovechen el poder de una alianza trilateral. Esto es imposible en este momento por su conflicto por cuestiones coloniales», explica Kingston.

«Teniendo en cuenta el estado actual de las relaciones entre Japón y Corea del Sur, aunque EE.UU. se involucre no se puede esperar un mayor avance en ese tema», coincide Nakayama.

Trump demostró no estar especialmente interesado en buscar ese acercamiento entre sus aliados más importantes en Extremo Oriente, pero Nakayama cree que la Administración Biden puede actuar, aunque sea entre bastidores, porque les interesa a todos.

LA AMENAZA NUCLAR DE PIONYANG

Y es que a la Casa Blanca le interesa tener aliados sin fricciones ante lo que puede esperar del régimen de Pionyang, que ha recibido a los dos anteriores titulares de la Casa Blanca con pruebas balísticas y nucleares que han desatado tensiones mundiales.

No ha habido pruebas balísticas de envergadura desde que Trump y Kim se sentaron en una misma mesa, aunque sí test de misiles de corto alcance, unas pruebas que Washington ha intentado restar importancia mientras seguía impulsando el diálogo bilateral.

Habrá que ver a partir de ahora. Hasta hoy la propaganda del régimen de Pionyang no ha difundido ninguna felicitación a Biden por su elección como presidente de Estados Unidos, algo que sí prodiga hacia países considerados amigos para la dictadura norcoreana.

Será curioso conocer cómo va a ser esta respuesta, teniendo en cuenta que Biden llegó a calificar a Kim de «matón» y que la propaganda norcoreana dijo en mayo pasado que el ahora presidente electo es «un tonto de bajo coeficiente intelectual».

Fuente: EFE

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