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El Papa Francisco refuerza su imagen tras la gira sudamericana

Vaticano niega supuesto tumor del papa
Vaticano niega supuesto tumor del papa

ASUNCION, Paraguay.  En su viaje a Sudamérica, el papa Francisco reforzó como pontífice de una nueva clase al disculparse con los indígenas por crímenes de la Iglesia cometidos hace más de medio milenio e incluso hacer una parada en un Burger King para cambiarse de ropa y asearse antes de celebrar una misa.

El primer papa latinoamericano escogió tres de los países más pobres de la región —Ecuador, Bolivia y Paraguay— y empleó sus discursos y homilías para tratar temas que se han convertido en pilares de su papado: el respeto a los pobres y al planeta, y una apasionada llamada a rechazar lo que considera un cruel sistema capitalista que esquilma los recursos del planeta y produce riquezas para unos pocos.

Son mensajes que trata Francisco desde que se convirtió en papa hace dos años, pero que se hicieron patentes en sus visitas a la conocida prisión de Palmasola en Bolivia, a la embarrada villa de Bañado Norte en Paraguay o incluso en su reunión con líderes empresariales en Ecuador.

«Sabemos que hay un papa Francisco que dice lo mismo cuando está en Italia, Asia o Latinoamérica», señaló Massimo Faggioli, un historiador del Vaticano con sede en Roma. «En Latinoamérica, hablaba directamente a los afectados, así que el gran desafío ahora será hablar y convencer a los que se sienten cómodos con la situación actual».

Francisco tendrá esa oportunidad en septiembre, cuando tiene previsto visitar la capital estadounidense tras una parada de tres días en la Cuba comunista, dos enemigos de la Guerra Fría en proceso de acercamiento, un proceso en el que el papa jugó un papel directo.

La visita de ocho días fue la primera de Francisco a la región hispanohablante de su continente natal desde que se convirtió en papa. Poco después de su designación viajó a Brasil, donde se habla portugués.

El momento más señalado de su viaje se produjo sin duda en Bolivia, el país sudamericano más pobre y de mayor porcentaje de población indígena. Allí, Francisco se disculpó por crímenes cometidos por la Iglesia contra los pueblos indígenas durante la era colonial, un gesto que fue más lejos que el de cualquiera de sus predecesores.

«Pido perdón, no sólo por las ofensas de la propia iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América», dijo a un grupo de pueblos indígenas ante la mirada del combativo presidente boliviano, Evo Morales, el primer mandatario indígena del país.

Morales dijo que la iniciativa de Francisco para crear un mundo donde nadie se vea excluido le convierte en socialista. Esa idea fue rápidamente rechazada por teólogos, y el propio papa pareció sorprendido cuando Morales le obsequió un crucifijo labrado en madera en una hoz y un martillo, el símbolo del comunismo.

Por otro lado, un repentino cambio de ropa en el baño de un Burger King ofreció un momento ligero en medio de una semana de cuestiones de peso. Pero también mostró cómo Francisco es uno de los pontífices más inusuales que han dirigido a la comunidad cristiana más grande del mundo.

Mientras cientos de miles de fieles esperaban en Santa Cruz, Bolivia, el papa necesitaba un lugar donde ponerse su atuendo para la misa en la plaza de Cristo Redentor. Así que se detuvo en el restaurante de comida rápida, y unos minutos después arremetió contra el consumismo en su homilía.

En cada país por el que pasó, Francisco pasó algo de tiempo en barrios marginales y puso la atención del mundo sobre la asfixiante pobreza que, afirma, se ve ignorada con demasiada frecuencia. Y acusó al capitalismo, que según dijo está obsesionado con la lógica de los beneficios, de ignorar las necesidades de la gente y la protección del medio ambiente.

«Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos y tampoco lo aguanta la tierra», subrayó en un discurso en el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Santa Cruz, Bolivia.

Juan María Carrón, profesor paraguayo de sociología y experto en la Iglesia, dijo que Francisco ha creado nuevas expectativas sobre cómo deben actuar los papas en el futuro. Es diferente, señaló, porque se acerca a los pobres y de verdad los visita.

Durante todo el viaje, Francisco ofreció bendiciones y en ocasiones incluso abrazos a los pobres y enfermos. Para muchos de los millones de personas que acudieron a verle, se trató de algo más que de satisfacción espiritual.

Santa Cristina Rodríguez, una paraguaya de 67 años que acudió a la misa celebrada por el papa en Caacupé, el santuario más venerado del país, explicó que tiene problemas para encontrar trabajo, así que recicla plástico y busca en cubos de basura para ganarse la vida. Francisco, afirmó, llevaba al país las bendiciones que necesita.

Durante toda la semana, Francisco demostró sus considerables habilidades políticas y sociales con declaraciones del gusto de los asistentes, que casi siempre incluían un mensaje latente

contra los poderosos.

En Ecuador, uno de los países con más biodiversidad del mundo, Francisco dijo a líderes empresariales y grupos indígenas que los recursos naturales son para todos y no deben ser explotados por unos pocos más adinerados. Las declaraciones iban claramente dirigidas a la dependencia del petróleo del país, miembro de la OPEP.

En Paraguay, aquejado de una corrupción rampante, empleó un lenguaje igual de directo y pidió a los líderes políticos que combatan este mal, con el presidente Horacio Cartes presente.

El pontífice, de 78 años, se mostró más cansado conforme avanzaba el atareado viaje, con declaraciones más alejadas del guión formal. En algunos de esos momentos espontáneos combinó su crítica al capitalismo con palabras inusualmente duras para los más de mil millones de católicos que hay en el mundo. El mensaje estaba claro: ni siquiera los fieles tienen carta blanca.

Durante una visita a la barriada de Bañado Norte en Paraguay, horas antes de volar de vuelta a Roma, Francisco dijo que los auténticos católicos no van sólo a la iglesia o a rezar. En cambio, afirmó, deben mejorar las vidas de la gente en lugares como Bañado Norte, donde miles de personas viven en chabolas sin agua corriente ni electricidad.

Si no, afirmó Francisco, «tu fe es muy débil, o está enferma o está muerta».

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