Por primera vez en 13 años, el principal grupo disidente de Cuba decidió no convocar a su habitual marcha en La Habana tras la muerte de Fidel Castro, dijeron sus dirigentes, convencidos de que la desaparición del histórico líder revolucionario marcará un punto y aparte para la isla de gobierno comunista.
Castro, quien dominó la vida política cubana durante casi medio siglo, murió el viernes a los 90 años dejando al país conmocionado, incluso a los que dedicaron sus vidas a oponerse a su revolución.
Durante más de una década, el grupo opositor las Damas de Blanco ha llamado cada semana a protestar por los derechos humanos frente a una iglesia católica de la capital cubana en una rara muestra de disidencia tolerada. Pero este domingo ni siquiera lo intentarán, dijeron disidentes y diplomáticos.
«Respetamos el dolor ajeno y no nos alegramos de la muerte de ningún ser humano«, dijo la líder del grupo, Berta Soler, agregando que desde hacía meses la policía había evitado sus marchas. «No vamos a salir hoy para que el Gobierno no lo tome como una provocación y puedan rendir honores a su fallecido«.
Fidel Castro había desaparecido del ojo público en el 2006, cuando una enfermedad intestinal lo tuvo al borde de la muerte y que llevó a su hermano Raúl, hoy un general de 85 años, a asumir oficialmente la presidencia dos años después con el objetivo de mantener a Cuba en la senda socialista.
Sin embargo, entre bastidores continuó siendo una figura política clave, y los rumores sobre su muerte fueron constantes por el peso simbólico del icono de la Guerra Fría, que desafió a Washington erigiendo un bastión comunista a 150 kilómetros de sus costas y resistiendo sus embates durante décadas.
«Todos van a dar un giro, incluyendo nosotros (los disidentes)«, dijo el activista opositor Antonio Rodiles. «Desaparece esta sombra, ese gurú, y ahora todo lo que hace Raúl Castro tiene que asumirlo él mismo«, agregó.
Las Damas de Blanco, que originalmente buscaban apoyar a sus maridos encarcelados por actividades políticas, acabaron siendo la cara más visible de la oposición dentro de la isla, protagonizando a veces enfrentamientos con policías y simpatizantes de la revolución que las acusan de ser un puñado de «mercenarias» al servicio de Estados Unidos.